Te quiero pero no te necesito.

Resumen

Te quiero, pero no te necesito. ¿Qué es el amor? ¿Qué es la necesidad? ¿Qué caracteriza al amor? ¿Cuáles son las necesidades humanas fundamentales? ¿En qué circunstancias es plausible la sentencia: te quiero, pero no te necesito? La frágil condición humana provoca que los seres humanos se vinculen unos con otros en vínculos de distinta intensidad. El amor es un sentimiento -no exclusivamente humano- que nutre a los seres humanos de buena compañía por cuanto les provee de buenos sentimientos. Buenos sentimientos que organizan buenas relaciones que favorecen un círculo benefactor de buenas experiencias que satisfacen necesidades. Si la necesidad de amor está satisfecha es plausible sentir: te quiero, pero no te necesito. Cuando la experiencia de amor no está satisfecha pueden aparecer los conflictos en las relaciones de amor. La consulta psicológica con el especialista en psicología clínica puede ayudar a tomar consciencia de cuáles son los obstáculos a la experiencia de amor satisfactoria.

Es una cuestión de debate plantearse si el amor es algo que liga a las personas que lo sienten, de algún modo. Y, si existe apego, por amor, hasta qué punto hay necesidad y, en consecuencia, dependencia y pérdida de libertad. Sin embargo, es plausible el planteamiento “te quiero, pero ¿no te necesito?”

¿Qué es el amor?

El amor es un sentimiento que ocurre en los humanos de manera especial, aunque en algunos animales también se puede apreciar ¿Qué entendemos por amor? El amor es un sentimiento humano que suele manifestarse en su relación con otros seres y que procura la unión con ellos. Está claro que el amor no se circunscribe a los demás seres humanos, ni siquiera a los seres vivos. Se puede amar muchas cosas, seres, realidades.

Frecuentemente entendemos el amor en tanto que sentimiento dirigido a otra persona. Aunque, cada vez más, sabemos que uno puede sentir amor -e intenso- hacia los animales. De hecho, los psicólogos nos encontramos, a menudo, con procesos de duelo que se despiertan en las personas que pierden a sus mascotas. La intensidad del duelo es tan fuerte porque la relación con el animal se ha convertido en una relación teñida por el sentimiento de amor. Al tener que separarse, por la muerte del animal, el dolor de la pérdida es de características similares al de la pérdida de una persona.

Es de común experiencia que se puede querer a personas diferentes y de maneras diferentes, con intensidades diferentes. Se puede querer a la pareja, los padres, los hijos, los hermanos, los familiares, los amigos, los compañeros, los maestros, etc. En realidad, cualquier persona con la que tenemos cierta relación personal puede acabar siendo objeto de nuestro amor.

Querer el bien del otro, del otro que sea, sería el nexo común al amor sentido hacia unas y otras personas. Si quiero a alguien, necesariamente, desearé cosas positivas dirigidas hacia él. No es congruente con el sentimiento de amor, por pequeño que lo sea, que podamos desear cosas negativas hacia la persona amada.

¿Qué características tiene el amor?

El amor desplegará la bondad en la relación de amor. El amor hacia la pareja buscará el buen trato, el trato cariñoso, atento, con el otro. El amor a los hijos pequeños velará a su vez por su desarrollo y por su protección. El amor a los hijos adolescentes supervisará de lejos su autonomía y hará confianza en su crecimiento. El amor a los padres mayores se mostrará solícito y dispuesto al servicio atento. El amor por los hermanos se congratulará por sus logros personales. Etcétera.

Pablo de Tarso, acuñó una aproximación al amor que se hace muy comprensible, prácticamente 20 siglos después. “El que ama es paciente, es bondadoso; el que ama no tiene envidia, no es altivo ni orgulloso, no es grosero ni egoísta, no se irrita ni se venga; no se alegra de la mentira, sino que encuentra el gozo en la verdad; todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. (1 Cor 13, 4-7).

El sentimiento de amor, por tanto, hará crecer una relación personal teñida por las características de la buena relación; de los buenos sentimientos. De todos es conocido que con las personas humanas se pueden tener malas, negativas, relaciones. Caracterizadas por emociones y sentimientos teñidos de negatividad: envidia, odio, indiferencia, asco, miedo, etc. El amor estaría, pues, en las antípodas de esta modalidad de relaciones personales. Y podría actuar también, en cierto sentido, como antídoto.

Pareja abrazándose. Te quiero pero no te necesito.

¿Y qué se entiende por necesidad?

Dada nuestra frágil condición humana, de nacimiento, estamos configurados de tal modo que dependemos de ciertas condiciones para poder desarrollarnos como humanos. Si no se dan las condiciones adecuadas para nuestro desarrollo humano, no podemos salir adelante como sujetos individuales, personales. Debemos poder ver satisfechas nuestras necesidades humanas básicas: subsistencia, protección, cariño.

La condición de necesidad expresa, por tanto, la obligación que nos supone cualquier cosa que sea. Tendremos necesidad de comer para cuidar nuestro cuerpo, concretamente, de la alimentación que precisa. Necesidad de alojamiento para llevar una vida de abrigo, de no vernos expuestos a vivir a la intemperie. Tendremos necesidad de cariño -de recibirlo- para poder sentirnos contenidos por la confianza.

Cuando atendemos a lo que precisamos para nuestra vida, en sus diferentes facetas, estamos ante lo que necesitamos. Es conocida la pirámide de las necesidades fundamentales de Abraham Maslow. Esta pirámide contempla 5 niveles de necesidades: necesidades básicas, necesidades de seguridad y protección, necesidades sociales, necesidades de estima y necesidades de autorrealización.

Las necesidades básicas tienen que ver con la supervivencia: respirar, alimentarse, dormir, eliminar desperdicios corporales, evitar el dolor, tener relaciones sexuales, mantener la temperatura corporal. Las necesidades de seguridad y protección se refieren a la salud del cuerpo: tener alimento, vivienda, recursos para una vida digna, protección de los propios bienes. Las necesidades sociales ponen el acento en la necesidad de relación, participación y aceptación social. Las necesidades de afecto: tener cariño, amor, amistad. Las necesidades de autorrealización: la parte más alta de la pirámide expresa el sentido que tiene la vida personal de cada uno.

¿Te quiero, pero no te necesito?

¿Qué quiere expresar esta sentencia? ¿La tensión entre la libertad y la necesidad? Si estamos configurados por la satisfacción de determinada lista de necesidades ¿en qué radica nuestra libertad? Mirándolo bien, dependemos de muchos factores, de muchas necesidades, de muchas satisfacciones, para poder ser mínimamente humanos, con nombres y apellidos. Somos frágiles.

Nuestra fragilidad humana nos lleva a vincularnos, agruparnos, a unirnos. En distintos círculos, de más estrechos a más amplios. Nos emparejamos, nos asociamos, nos agrupamos en entidades progresivamente mayores. Vivimos en sociedad, configurados por una red de interdependencias.

El amor es la fuerza que nos hace vincularnos. Si quiero a alguien quiero estar a su lado. Quiero que esté a mi lado. Queremos estar al lado uno del otro ¿Cuánto tiempo? ¿Todo el tiempo? ¿Un tiempo? ¿Unos tiempos, de acercamiento y lejanía? La tensión aparece, creemos, cuando la necesidad reclama algo del otro. Algo del otro que no se obtiene. Te necesito, a ti; a mi lado. El otro es alguien que debe proveerme de lo que me falta, aunque sea por un instante, por un tiempo. El tiempo que siento la necesidad. El tiempo que creo que el otro puede satisfacer mi falta, la que sea.

“Te quiero, pero no te necesito”, daría cuenta de los momentos de la relación de amor en los que no existe una urgencia de satisfacción. Satisfacción que no se reclamaría del otro. Que se podría vivir -aunque sea por un intervalo de tiempo- sin sentir la imperiosa necesidad de estar al lado del otro.

Esta experiencia de amor, pero no de necesidad formaría parte del elenco de posibilidades de relaciones interpersonales en que la urgencia no es denominador común. Después de todo, “te quiero, pero no te necesito” podría ser un horizonte de posibilidad de crecimiento y maduración personal.

¿Te quiero y te necesito?

El peligro es la creencia de que el amor, que se precie de serlo, debe ser absolutamente altruista, en todas sus manifestaciones. Desde esta creencia cualquier indicio de necesidad hará minimizar el amor: si te necesito, entonces no te quiero. Bien mirado, sería un posicionamiento idealista que podría esconder un ideal del yo narcisista. Por el repaso que hemos hecho de nuestra constitutiva vulnerabilidad humana, configurada por tantas y tantas necesidades, podemos quedarnos tranquilos aceptando que necesitar, necesitamos.

La experiencia subjetiva de sentir que amamos al otro, pero que no le necesitamos, “te quiero, pero no te necesito”, da fe de la fuerza del amor. El amor que es correspondido nutre al otro, con nuestro amor, y nos nutre a nosotros. ¿Cómo? Primero, con nuestro amor hacia él y, segundo, con su amor hacia nosotros. ¿Por qué? Porque amar, que nosotros amemos, es una buena compañía emocional para nosotros mismos. La buena compañía que nos proporciona tener buenos sentimientos en nuestro interior. Y también, porque recibir el amor -lo hemos dicho más arriba- satisface nuestra necesidad de cariño.

Te necesito y te quiero. Te necesito para recibir tu amor que satisface mi necesidad de amor. Te quiero para satisfacer, también, mi necesidad de dar amor, porque dar amor me hace ser bueno, sentirme bueno. Y siendo bueno me siento mejor humano que siendo malo. Igual que sintiéndome satisfecho, por el amor recibido, ahuyento a los demonios del miedo, de la rabia, del rencor, del odio, de la tristeza, etc.

Conclusión.

La satisfacción que otorga el amor, en sus diferentes expresiones, favorece que se pueda sentir que uno ama a otro, pero que no lo necesita. Dado que toda la humana existencia está sometida a los condicionamientos biológicos que le impone su organismo físico. Y puesto que este organismo físico, que es el cuerpo humano, está sometido a los condicionamientos que impone el espacio y el tiempo. Toda la realidad humana está condicionada por las dimensiones del espacio y del tiempo. Así, la sentencia «te quiero, pero no te necesito» debe leerse dentro de los límites de tiempo y espacio que dura la experiencia de satisfacción.

Es la experiencia de real satisfacción que provee el amor, que colma nuestra necesidad, que hace posible la experiencia subjetiva de no necesitar más amor. Al menos hasta que se nos vacíe el depósito del amor recibido y del amor dado. Hoy en día sabemos con mayor conocimiento de causa que el amor promueve la salud mental. La madre que ama a su bebé, y que lo muestra en sus actos de cuidado, está promoviendo su salud mental. La de hoy y la de mañana: la de niño de hoy y la de adulto de mañana.

A quienes no pueden realizar la experiencia de satisfacción que provee el amor podría ayudarles la exploración de sus determinaciones vitales ¿Qué hace que en mi vida no haya suficiente amor? ¿O que no pueda sentirlo? ¿O que no pueda confiar en el amor, o no lo suficiente? ¿Qué condicionantes lo provocan? El diálogo que aporta la entrevista psicológica con un experto de la psicología clínica puede ayudar a la toma de conciencia de la configuración personal. Y desvelar las razones de las limitaciones de la experiencia de confianza en el amor. Quizás para disponerse a cambiarlas.

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