Toda psicoterapia tiene una fecha de inicio en la que comienza el proceso terapéutico y una fecha de finalización en la que acaba. Se habla de interrupción de la terapia psicoanalítica cuando la fecha de finalización no es fruto de un proceso explícito de reflexión conjunta. La psicoterapia psicoanalítica es un tratamiento de naturaleza psicológica que tiene una metodología y una finalidad específica. La causa de interrupción más frecuente es la atribuible al paciente. La interrupción del tratamiento es una ruptura de la alianza terapéutica, por distintas razones: resistencia al tratamiento, frustración, dificultad para enfrentar los vaivenes emocionales que se desvelan en el tratamiento, entre otros. La interrupción del tratamiento analítico comporta unas consecuencias que el paciente deberá elaborar.
La terapia psicoanalítica es un tipo de tratamiento psicológico largamente instaurado en la práctica profesional de los terapeutas que trabajamos en salud mental. Toda psicoterapia tiene una fecha de inicio en la que comienza el proceso terapéutico y una fecha de finalización en la que acaba. La fecha de inicio necesariamente es pactada entre psicoterapeuta y paciente. En cambio la fecha de finalización, no siempre se acuerda. Se habla de interrupción de la terapia psicoanalítica cuando la fecha de finalización no es fruto de un proceso explícito de reflexión conjunta. De repente, por distintas causas, el tratamiento que estaba en marcha se interrumpe.
La psicoterapia psicoanalítica es un tratamiento de naturaleza psicológica que tiene una metodología y una finalidad específica. La técnica de la terapia psicoanalítica se basa en entrevistas libres que requieren la asociación libre del paciente y la atención flotante del terapeuta. En realidad, una psicoterapia no es más que una suma de entrevistas realizadas en un espacio de tiempo determinado y con una cadencia rítmica. Las entrevistas libres son entrevistas no directivas; es decir, el terapeuta deja que el paciente se exprese con libertad, sin conducirle. A partir de la expresión libre del paciente, el psicoterapeuta escucha lo que dice el paciente, cómo lo dice, cuando lo dice, por qué lo dice. Y trata de captar lo que hay detrás, implícito, en la verbalización del paciente, para ofrecérselo.
La finalidad de la psicoterapia psicoanalítica pretende que el paciente ensanche su comprensión de lo que le ocurre internamente. Naturalmente, merced al diálogo con el terapeuta establecido en relación con lo que el paciente presenta en la verbalización sesión tras sesión de su tratamiento. Aunque la atención flotante del terapeuta va más allá de la escucha de lo verbal para prestar atención, también, a la comunicación no verbal del paciente.
La terapia psicoanalítica despliega un proceso de entrevistas a lo largo del tiempo que se instaura de forma rítmica y que favorece la atención al mundo interno del paciente. Usualmente el proceso terapéutico psicoanalítico no es un proceso rápido que se ventile en pocas entrevistas. Evidentemente, siempre estará en consonancia con la particularidad de la problemática del paciente. La problemática del paciente será la que marque que el proceso terapéutico sea más intenso o más extenso. Y a menudo la misma problemática es la que pone fin al tratamiento, interrumpiéndolo. Es la decisión del paciente que debe ser respetada por el terapeuta, inevitablemente, aunque discrepe.
Las causas de la interrupción pueden agruparse en razones del paciente, del terapeuta o de circunstancias externas. Ciertamente, estas diferentes causas pueden presentarse claramente diferenciadas o, por contra, presentarse conectadas. Lo más frecuente es que la interrupción de la terapia psicoanalítica se presente a causa de la decisión del paciente. Entre las circunstancias externas se encuentran los cambios en las condiciones de la vida del paciente: laborales, familiares, económicos. Las interrupciones de la terapia a causa del terapeuta suelen tener que ver con razones de causa mayor: cambios de localidad, estado de salud.
La interrupción de la terapia psicoanalítica a causa del paciente es fruto de la ruptura de la alianza de trabajo con el terapeuta. La alianza de trabajo entre paciente y terapeuta es requisito sine qua non para establecer el proceso psicoterapéutico psicoanalítico. ¿Por qué el paciente rompe la alianza terapéutica? Algunos pacientes pueden sentir que no tienen buena conexión con el terapeuta y ver que la confianza que requiere toda relación de ayuda se agrieta. Sin embargo, siempre hay que analizar las motivaciones que llevan al paciente a ver cambiada su relación con el terapeuta. De lo contrario, el paciente puede estar rehuyendo el trabajo analítico; interrumpiéndolo.
La experiencia clínica psicoanalítica informa que el paciente puede resistirse a la realización de la tarea psicoanalítica. Porque la tarea analítica puede convertirse en dolorosa. La transferencia de los conflictos internos del paciente hacia la persona del analista puede resultar arrolladora. La frustración de que determinadas aspiraciones de cambio personal no se alcanzan de un día para otro, también. Enfrentar determinadas emociones por el despertar de determinados conflictos que permanecían en la inconsciencia puede desarmar el equilibrio psíquico, eventualmente. Así, existen pacientes que pueden mostrarse intolerantes a tener que reconfigurar su autopercepción y preferir la interrupción del trabajo terapéutico.
Hay varios factores que favorecen la ruptura de la psicoterapia psicoanalítica. Considerarlos requiere tener presente el momento del tratamiento en que se produce la ruptura. Tendrá consideración diferente una interrupción del tratamiento cercano a momentos iniciales que a la fase intermedia o a la avanzada. Lo óptimo es que el paciente pueda entender, escuchando al psicoanalista, los motivos que le llevan a sentir las emociones que le empujan a la interrupción. Toda interrupción supone que el paciente deja de comprometerse con la tarea ¿Qué puede comportar ?
La detención del proceso analítico en momentos de efervescencia de conflictos internos puede conducir a la reiteración de los síntomas, incluso a su intensificación. Si el análisis que debía llevar a la resolución del conflicto se interrumpe, el conflicto se mantiene y puede manifestarse de diferentes formas. Los patrones de comportamiento conflictivo pueden reactivarse. Es frecuente que la interrupción desvele sentimientos de abandono o traición en la mente del paciente. Sentimientos que puede proyectar en el terapeuta, o que puede sentir respecto a sí mismo: se ha abandonado o traicionado a sí mismo. La interrupción puede provocar confusión mental al detenerse el proceso de clarificación que supone el análisis. El incremento de la ansiedad al abandonarse el espacio seguro de exploración mental que representa el tratamiento puede aparecer. La desconfianza hacia la terapia es una emoción plausible ante la interrupción que puede proyectarse hacia las posibilidades de reparación futura.
Bien mirado la interrupción es un acto de destructividad, especialmente cuando toma el formato de interrupción repentina. Algunas formas de interrupción no pueden tolerar la oferta reflexiva del analista; no pueden darse tiempo por la virulencia emocional que inunda la mente del paciente. Esta destructividad necesita mutarse en reparación para continuar nutriendo la mente con buenas experiencias emocionales.
La relación de ayuda como lo es la terapia analítica queda dañada con la interrupción. ¿Qué puede ocurrir en el futuro? La forma en que se haya producido la interrupción, las razones emocionales que la hayan provocado, provocará escenarios diferentes. El paciente puede intentar vivir de espaldas al proceso analítico interrumpido con mayor o menor éxito. Prescindir de la relación terapéutica le obliga a intentar desenvolverse más autónomamente. Una alternativa es intentar sustituir la relación psicoanalítica por una actividad no psicoterapéutica. Otra, especialmente cuando hay sufrimiento mental incrementado por la interrupción, es la búsqueda de otro tratamiento psicológico similar o distinto. En resumen, el paciente puede continuar su vida con o sin ayuda psicoterapéutica. Lo que sí es seguro es que, con o sin ayuda, una interrupción de la terapia psicoanalítica requiere un proceso de elaboración para el paciente. Que tendrá que hacer sí o sí por su cuenta.
Para los terapeutas, la interrupción del proceso analítico es una oportunidad para la reflexión y ponderación de los elementos que la han propiciado. Aunque la terapia con el paciente no continúe, el analista puede tratar de comprender los detalles del caso. ¿Qué se estaba cociendo en el proceso que ha llevado a la eclosión de la interrupción? ¿Desde cuándo se vislumbraban los indicios? ¿Qué ha actuado como detonante? ¿Qué se quiere ahorrar el paciente de su proceso analítico con la interrupción? ¿La interrupción a qué condena al paciente? Esta comprensión posterior puede alumbrar la mente analítica siempre comprometida con la comprensión minuciosa de la mente humana en general. Así, lo que se pueda incrementar en la comprensión de una situación particular puede servir para la experiencia clínica con posteriores pacientes.