Los profesionales sanitarios están expuestos, más que otros, tal vez, a cierto riesgo de estrés laboral por razón de la labor que realizan de atención a personas. Igualmente, debido a la necesidad de tener que trabajar en equipo con otros profesionales, a veces durante años. La relación interpersonal, tanto con pacientes como con otros profesionales, mueve emociones necesariamente. En toda interacción humana existe un intercambio emocional. La exposición reiterada a relaciones interpersonales que desvelen emociones negativas puede ser causa de sufrimiento mental, de estrés. Este estrés es susceptible de ser abordado en un formato de atención psicológica en el que se pueda tratar de entender lo implícito en las relaciones. Tanto con pacientes como con compañeros de trabajo. Poner palabras a lo implícito en la vida profesional, explicitar lo que ocurre en el ámbito de trabajo, puede modificar la percepción de la realidad. Gracias a la tarea de desvelar lo que está dándose por hecho. Esta tarea es una de las tareas que puede realizar el psicólogo clínico.
¿Qué entendemos por profesional sanitario? ¿y por atención psicológica para profesionales sanitarios? Los profesionales sanitarios son los diversos profesionales que trabajan en el ámbito sanitario. En realidad, los distintos perfiles de profesionales sanitarios pueden ser muchos. Sin embargo, frecuentemente son médicos/médicas generalistas, médicos/médicas especialistas, enfermeros/enfermeras, farmacéuticos/farmacéuticas, auxiliares sanitarios, trabajadores/trabajadoras sociales, psicólogos/psicólogas. Veremos más abajo los diferentes perfiles regulados como profesionales sanitarios en España.
La atención psicológica para profesionales sanitarios es aquella atención que pretende asistir a una persona para que pueda sentirse mejor consigo misma. Así, la atención psicológica, propia del psicólogo clínico, para que pueda serlo, presupone un motivo de consulta que la sustente.
El ámbito sanitario tiene diseñados distintos niveles de atención: el nivel primario, el secundario y el terciario. ¿Cuál es el nivel de la atención primaria? El que se dispensa desde el denominado primer nivel de contacto del individuo con el sistema de salud como definió, ya en septiembre de 1978, la Declaración Alma-Ata.
¿Cuál es el nivel secundario? Es el nivel del sistema de salud en el que se ofrece una atención especializada, siempre a partir de la derivación del nivel primario, a situaciones de salud que requieren una intervención más específica, de mayor complejidad que la que se dispensa en el nivel básico.
¿Cuál es el nivel terciario? Es el nivel del sistema de salud diseñado para atender las condiciones de salud que requieren intervenciones de alta complejidad. Básicamente, está centrado en las atenciones que se dispensan en los establecimientos hospitalarios.
Así, los profesionales sanitarios pueden estar adscritos a los equipamientos de salud de cada uno de los distintos sectores sanitarios. También ocurre con cierta frecuencia que algunos profesionales trabajan, a su vez, en más de un sector sanitario. Esta categorización de niveles de atención es propia, tanto del sector sanitario público como privado. La diferencia puede estar en el acceso al nivel secundario que, en el sector privado, no es prescriptiva, habitualmente, la indicación del sector primario. Sí lo es en el sector público.
Los perfiles de los profesionales sanitarios, en España, están regulados con arreglo a la Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de Ordenamiento de las Profesiones Sanitarias. Esta ley, todavía vigente, distingue entre los profesionales sanitarios de titulación universitaria, licenciados y diplomados, y los de titulación de formación profesional. 8 licenciados, 7 diplomados (artículo 2.2.b.), 2 técnicos de grado medio (artículo 3.2.b.) y 11 técnicos de grado superior (artículo 3.2.a.). Los titulados universitarios, en la actualidad, después de la adaptación a las condiciones de formación europeas del plan de Bologna, todos son, ya, grados universitarios.
Los profesionales sanitarios que trabajan en los distintos sectores indicados tienen perfiles distintos. La tarea que realizan es parcialmente diferente en unos y otros ámbitos, aunque sea desarrollada por profesionales que tienen la misma titulación universitaria. La responsabilidad que asumen en la atención a los usuarios, también. Igualmente, la labor asumida por unos y otros profesionales comporta un nivel de compromiso que, en ocasiones, puede llevar un cierto estrés personal que podría desembocar en un síndrome de burnout. Éste puede ser el caso de los profesionales cuyo perfil implica una atención directa a la persona del paciente. El resto de profesional que no tiene ninguna implicación asistencial o muy escasa estarían menos expuestos al estrés por causa laboral.
¿Cuál es la función de la atención sanitaria? Atender a las personas que, de una u otra forma, ven comprometido su estado de salud, poco o mucho. Como venimos de subrayar más arriba, según el grado de afectación sobre la salud del paciente será necesaria unas u otras modalidades de intervención: de las más básicas a las más complejas.
La atención a la persona con afectación de su estado de salud se articula a partir de una relación interpersonal, necesariamente, entre la persona del profesional y la persona del enfermo. Sólo en los casos más extremos, de mayor afectación del estado de salud, esta relación de persona a persona puede verse superada. La urgencia de la intervención sobre el estado de salud del paciente estaría por encima de la interacción relacional, de persona a persona.
En la inmensa mayoría de casos, la atención sanitaria se despliega a partir de la consulta del paciente que es quien busca al profesional. El paciente acude en busca del profesional al centro sanitario correspondiente. Le toca al paciente comunicar, de algún modo, la afectación sanitaria que presente, cuál sea, y le toca al profesional, la interpretación de la situación sanitaria correspondiente. Así, la comunicación entre uno y otro, o unos y otros, en su caso, es de vital importancia para el despliegue de la intervención profesional adecuada.
La transmisión de la información, primero, del paciente hacia el profesional y, después, del profesional hacia el paciente, se enmarca en un intercambio interpersonal. En toda interacción interpersonal, necesariamente, se da un intercambio emocional, tanto si somos conscientes en el momento que se realiza como si no. Toda interacción humana mueve emociones, de una u otra resonancia, de una u otra intensidad.
Los profesionales clínicos que atendemos a pacientes estamos acostumbrados a escuchar, una y otra vez, valoraciones sobre los profesionales de la salud. Habitualmente, los profesionales sanitarios somos vistos por parte de los pacientes en términos de aceptación o rechazo. Los pacientes nos aprecian o rechazan en función de cómo se sienten atendidos por nosotros. Algunos se sienten muy a gusto, otros no; éstos buscan nuevos profesionales que les hagan ahuyentar la tensión en la consulta.
En ámbitos sanitarios públicos, del sector que sea, habitualmente el profesional tiene asignados a los pacientes por parte del sistema. Es decir, el profesional, de forma directa, no elige a los pacientes. Los pacientes son asignados al profesional sanitario de acuerdo con criterios que nada tienen que ver con cuestiones emocionales ni con el encaje de personalidades. Suelen ser criterios de naturaleza geográfica, sectorial, en el sentido de que las zonas geográficas están distribuidas a los profesionales sanitarios. Y los pacientes están adscritos a unas u otras zonas geográficas (municipios, barrios, áreas, etc.).
Paciente y profesional deben adaptarse a las asignaciones bilaterales que el sistema les impone. El azar -en la inmensa mayoría de casos- organiza el encuentro interpersonal de paciente y profesional. Encuentro que puede tener una significación poco o muy trascendente. La mayor parte de la responsabilidad recae sobre el profesional: es el que puede sentir más el peso de tener que hacerlo bien con el paciente. Diagnosticar bien, entender bien la problemática del paciente, acertar con la modalidad de intervención adecuada. No es tan frecuente que el paciente sienta la responsabilidad de comunicarse bien con el profesional, sino todo lo contrario.
El paciente despierta en el profesional alguna de las posibilidades del espectro de reacciones emocionales posibles, consciente o inconscientemente. El riesgo del profesional es el de atender de forma displicente al paciente, en el nivel asistencial que sea, primario, secundario, terciario. Este riesgo es mayor cuando la reacción emocional que se despierta en el profesional que debe atender al enfermo es de naturaleza emocional negativa. Cuando la modalidad de la intervención se organiza de forma reiterativa, por ejemplo, por la cronicidad de la enfermedad, la tensión emocional puede pasar factura. De hecho, tanto al profesional como al paciente. En el polo opuesto, cuando las emociones que despiertan son del espectro positivo, la sintonía emocional puede favorecer una buena calidad de la relación asistencial.
Si la suma de experiencias de tensión emocional por las características del clima emocional interpersonal es elevada, el riesgo de estrés del profesional se dispara. Esta suma de experiencias a favor del estrés puede verse incrementada por otras sumas de experiencias de tensión por motivos organizativos, protocolarios, de presión asistencial. La presión asistencial puede tener que ver tanto con el número de casos a atender como con la problemática de los pacientes. Pensemos, por ejemplo, en aquellas situaciones asistenciales que requieren asumir problemáticas emocionalmente delicadas. Cuidados paliativos, duelos pediátricos, unidades de dolor, diagnósticos desgarradores, pérdidas de salud crónicas, sufrimiento mental intenso, etc.
El trabajo en equipo es una modalidad de atención muy frecuente en los equipamientos sanitarios, a menudo por necesidad técnica que ayuda a la mejor intervención. Pero, a su vez, dado que el trabajo en equipo comporta estar inmersos en relaciones interpersonales, puede ser motivo, también, de tensión emocional. Las posibilidades emocionales que están implícitas en la relación con los usuarios del sistema de salud también lo están entre los compañeros de equipamiento. Los compañeros también despiertan filias y fobias en la persona del profesional sanitario. Habitualmente, los compañeros de equipo de trabajo tampoco los elige el profesional; son compañeros que también vienen asignados por el azar de la vida.
El equipo de profesionales se ve empujado a colaborar, codo con codo, en la labor sanitaria envueltos en el clima emocional implícito cuando no en el conflicto franco. Y esta situación puede durar años y años. ¿Cómo subsistir en una atención asistencial reiterada con condiciones emocionalmente movilizadoras, de uno u otro origen?
La atención psicológica a profesionales sanitarios que tienen conciencia de un sufrimiento sea cual sea su intensidad, en relación con su labor asistencial, está indicada. Lo mismo puede decirse cuando el desencadenante de la conciencia de malestar está en relación con el trabajo propiamente de equipo, con la relación interpersonal.
La posibilidad de explicitar qué nos ocurre ante un tercero va más allá de la creencia de saber qué es lo que nos pasa. Incluso lo dice el refranero: ven más cuatro ojos que dos. Se sabe, a menudo, qué es lo que se piensa, o qué es lo que se siente respecto de la situación que proceda. Pero este saber puede tener un montón de ramificaciones internas que no se conocen y que pueden organizar toda una cadena de malentendidos. Malentendidos que pueden ser estrictamente internos. O no.
Poner palabras a lo que nos ocurre puede abrir la puerta a contemplar la realidad de una manera algo diferente. Y a veces, ver la realidad tan sólo algo distinto puede significar ver otra realidad. Por tanto, la atención psicológica para profesionales sanitarios, puede representar, la posibilidad de un bálsamo que espolee a una reanudación de la actividad profesional en mejores condiciones. Siempre que la esperanza llama a la puerta, la percepción de la realidad puede verse modificada.