¿Por qué me da miedo el compromiso?

Resumen

El miedo al compromiso es propio de los seres humanos. Sentir miedo denota consciencia de sí mismo. El miedo al compromiso supone que la persona se hace consciente, de alguna manera de la necesidad de tomar una decisión. El compromiso puede referirse a diferentes áreas de la vida: sentimental, laboral, académica, de relaciones sociales, familiar, de pareja, etc. Las implicaciones emocionales que están en la base del miedo al compromiso son la inseguridad y la ambivalencia. Es conveniente plantearse el alcance del miedo al compromiso: si se refiere a una situación concreta o si responde a un entramado global que aprisiona la calidad de vida de la persona. Puede resultar útil el concurso de una persona externa a la propia configuración mental para aclarar los motivos que mantienen vigente el miedo al compromiso. A este fin, la consulta psicológica y la psicoterapia son un recurso.

El miedo al compromiso, como emoción humana que es, suele aparecer en aquellas personas con sensibilidad, con consciencia. Sentir miedo es propio de los seres humanos -y de algunos seres vivientes; el temor es una señal de alarma que advierte de algún peligro ¿Por qué me da miedo el compromiso?

¿Qué supone el compromiso?

El sentir miedo ante el compromiso sugiere que la persona que se asusta percibe una obligación, o una responsabilidad. El miedo al compromiso tiene que ser entendido como el temor a la asunción de una responsabilidad que el sujeto no puede asumir; o eso es lo que siente.

Está implícito en la asunción de la responsabilidad que supone el compromiso que la persona que debe asumirlo ha de tomar una decisión. La decisión de comprometerse. Así, el miedo al compromiso se puede sentir en diferentes áreas de la vida humana. La vida personal, la vida sentimental, la vida profesional, la vida académica, la vida de las relaciones interpersonales, la vida social, la vida familiar, etc.

Si nos fijamos en la etimología de la palabra ‘compromiso’ advertimos que proviene del latín compromissus. Está formada por un prefijo, “com” cuyo significado apunta a “por completo, junto, entero”, así como una raíz, “promissus” cuyo significado es “promesa”. La raíz de la palabra indica el núcleo del significado del temor al compromiso. El sujeto tiene que hacer una promesa, en relación con el tema de su vida a que haga referencia; y es esta promesa la que le asusta, por la responsabilidad que comporta.

Unos sujetos, más que otros, pueden ser más sensibles al temor de sentir el peso de la responsabilidad de decidir, de prometer, lo que sea. En la mente del que siente el miedo al compromiso se tiene que representar la posibilidad -mental- de poder prometer para, inmediatamente, negarla. No puedo prometer. Así, no me puedo comprometer.

Asumir responsabilidad.

El compromiso supone responsabilizarse de aquello a lo que uno se ve enfrentado a prometer. Como hemos indicado, comprometerse, implica una decisión de la voluntad en una dirección determinada. Para temer el compromiso hace falta visualizar la posibilidad de meterse (compro-meterse) en esa dirección y mantenerse en ella. Cuando siento miedo al compromiso, estoy sintiendo que no puedo meterme en ese ámbito, porque no podría soportarlo.

En algunas relaciones sentimentales el miedo al compromiso se manifiesta después de un tiempo de la relación; cuando la persona se ve impelida a tener que dar el “sí quiero” a la continuidad de la relación. En situaciones académicas, el miedo al compromiso se muestra cuando el sujeto no se decide en la asunción de una responsabilidad de formación; del nivel que sea, porque no se ve con la capacidad de sostener esa empresa. En el ámbito laboral, algunos individuos no osan mejorar su situación laboral porque no se ven con ánimos para responsabilizarse de lo que implicaría un cambio. En las relaciones sociales se puede sentir el temor al compromiso cuando la persona no se ve en disposición de asumir la vinculación. También vale respecto de las obligaciones que se pueden sentir en la intimidad de la vida familiar o, incluso, en la vida de pareja.

El compromiso con uno mismo.

En la intimidad mental de cada sujeto puede visualizarse la posibilidad de incrementar el bienestar de las propias condiciones de vida en sus distintos ámbitos; pero no disponerse, con determinación y responsabilidad, a asumir las modificaciones que comporte esa lucidez, para ser coherente con ella. Así, no se suele aplicar la máxima “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”, sino una adaptación negativa de la misma; que podría reformularse así: “no dejes para mañana lo que puedas hacer pasado mañana”. En este sentido, se podría hablar, también, del miedo a asumir el compromiso de ser honesto con uno mismo; de ser fiel a sí mismo.

Varios candados unidos

Implicaciones emocionales del miedo al compromiso.

¿Qué implicaciones se advierten en la persona que se asusta ante el compromiso? Lo primero que podemos sugerir es la inseguridad personal. La persona que se asusta de decidir, de comprometerse, en lo que sea, está mostrando un perfil evitativo, al menos en ese momento o situación. Sólo evitamos lo que identificamos como displacentero. Dice el refrán, “a nadie le amarga un dulce”. Así, asustarse ante el compromiso muestra una cierta noción de debilidad que la persona siente de sí misma. De lo contrario, dispondría de las energías requeridas para asumir eso que teme asumir.

La inseguridad no debe entenderse, necesariamente, como una actitud enfermiza, por sí misma. Tener miedo en determinadas circunstancias puede ser muy orientador; puede facilitar la huida. Y no toda huida es patológica. También dice la sabiduría popular: “una retirada a tiempo es una victoria”. Así, hay que discernir en cada situación humana concreta, de cada persona, qué es lo que se está jugando en ella. Hay que constatar a qué se refiere el temor, a qué cuestiones. El temor al compromiso sobre un tema concreto ¿Es una muestra de una disfunción puntual? ¿Es una parte de un entramado más amplio que va más allá de esa evitación puntual?

El temor, en tanto que señal de alarma, podrá iluminar a propósito de la inconveniencia de una decisión; en ese momento vital, sobre ese aspecto concreto. Por ejemplo, comprometerse en una relación sentimental, descartar una mejoría laboral, no realizar una formación académica, etc.

Con todo, si la persona siente temor a comprometerse; cuando está metida en una circunstancia concreta, ha dado pasos ya en una dirección sin vacilar, o sin plantearse la vacilación. Así, cuando menos, se puede pensar en una ambivalencia de esa persona que quiere, por un lado, y se asusta, por el otro.

Dilucidar lo que provoca el miedo al compromiso.

En algunas personas, esta visualización de lo que conlleva el compromiso no se puede realizar con claridad por sus solas fuerzas; requieren el apoyo de algún tercero, externo a su configuración mental, para poder entender qué les mantiene atrapadas en su situación de aprisionamiento.

En ocasiones, se advierte una suerte de programación interna para evitar las situaciones que impliquen decisiones; que están en la base de la asunción de los compromisos que requieren unas y otras facetas del cotidiano vivir. La persona se muestra paralizada por el temor al compromiso, no sólo en un área de su vida, sino en varias.

Concretamente en el área sentimental nos podemos encontrar con personas que mantienen relaciones que están diseñadas para evitar la decisión de comprometerse emocionalmente con otro. En nuestra actividad profesional, en ocasiones, vemos como esta situación se puede prorrogar durante años. Asegurando la insatisfacción personal de poder gozar de una proyección a futuro más satisfactoria, precisamente, asumiendo el compromiso.

Para este perfil de personas, no sólo referido al ámbito sentimental sino a cualquier ámbito de la vida nombrado anteriormente, es adecuada la consulta psicológica ¿Por qué? Cuando la persona, por sus solas fuerzas, no puede salir de una situación de limitación -como puede ser la que impone el temor al compromiso-; es susceptible de beneficiarse del proceso de clarificación que comporta la consulta psicológica. Si el alcance del aprisionamiento es elevado, quizás se puede pensar en una consulta que devenga una psicoterapia. Concretamente, la psicoterapia analítica capacitará a la persona para desvelar las motivaciones ocultas a su consciencia que están favoreciendo ese temor a comprometerse.

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