La atención psicológica presencial y la atención psicológica online tienen características diferenciales. Los requisitos de la atención psicológica son comunes a la atención presencial u online. Pero las características de una y otra atención tienen marcadas diferencias. Lo óptimo, en general, es hacer prevalecer la atención presencial sobre la atención online. La atención online sólo debe indicarse en situaciones de fuerza mayor, cuando no es posible la atención presencial. La riqueza de la comunicación en el encuentro presencial no se puede obtener en el formato online más que de una manera muy atenuada.
La atención psicológica puede realizarse en diferentes modalidades. Últimamente y, especialmente, debido a la pandemia, la atención online se ha incrementado notablemente, sin igualar, sin embargo, las cuotas de la atención presencial. ¿Qué es preferible la atención psicológica presencial u online?
La atención presencial es aquella atención psicológica que se produce a través del encuentro de los participantes de la experiencia, paciente y profesional psicólogo, face to face, mayoritariamente, en la consulta del psicólogo, o, a veces, en otros espacios, sobre todo en el domicilio del paciente o en otros espacios físicos más o menos neutros. En el encuentro presencial, el encuentro se realiza en cuerpo presente. Es decir, el cuerpo del paciente y el cuerpo del psicólogo están en la realidad. Así, ambos protagonistas pueden observarse en la tridimensionalidad que la realidad del espacio-tiempo permite. La fisonomía, la gestualidad, el tono de la voz, la mirada, la apariencia física, la forma de presentarse, etc. están a la luz de uno y otro. Y, por supuesto, el lenguaje hablado puede ser escuchado por ambos en la realidad de su ejecución.
Es la atención psicológica que se realiza mediante las distintas plataformas online que permiten la realización de una videoconferencia. La relación es una relación mediatizada por la tecnología; los participantes de la experiencia sólo pueden interactuar a través de una videollamada. En esta modalidad no es necesario ningún tipo de presencia cuerpo a cuerpo. La relación asistencial se filtra por el apoyo de la tecnología. La interacción se realiza mediante la imagen parcial y la voz bidimensionales que ofrece la plataforma tecnológica que sea.
La percepción de la realidad del cuerpo del otro, de su fisonomía, de su gestualidad, de la voz, de la mirada, de la apariencia física, de la forma de presentarse, etc. queda muy limitada. Uno y otro, paciente y psicólogo, se pueden percibir de manera muy limitada. Y más, si se tiene la referencia de lo que es la percepción del otro en la interacción que se da en la presencialidad. En la vida real. ¿Están al mismo nivel la atención psicológica presencial que la atención online?
Es obvio que la atención presencial requiere unos requisitos que descansan en la cualificación del profesional psicólogo. A su vez, el código deontológico de la psicología obliga al profesional a unas actitudes que garanticen el respeto por la persona del paciente. La atención debe garantizar el derecho a la privacidad, así como a la seguridad. Dado que el paciente suele buscar al psicólogo para recibir una ayuda personalizada, ésta debe garantizar la creación de un clima de seguridad. Clima que debe favorecer las condiciones necesarias para el establecimiento de un pacto de atención, que está implícito en toda demanda psicológica. Este pacto requiere la confianza del paciente.
El secreto profesional al que está obligado el psicólogo juega a favor del despliegue de la confianza del paciente que, a su vez, confirma el pacto de atención en una espiral beneficiosa. Por parte del paciente, naturalmente, se espera que despliegue una demanda sincera que comporte la necesidad de una relación de ayuda genuina. Relación de ayuda que debe suponer un plus de bienestar en la situación que lleva al paciente a la consulta.
La atención psicológica online debe basarse en los mismos requisitos que están en la base de toda modalidad de atención profesional psicológica. Tanto para el psicólogo como para el paciente. El psicólogo debe estar acreditado profesionalmente y la atención psicológica debe seguir los criterios que están plasmados en el código deontológico de la psicología.
La acreditación profesional del psicólogo es verificable a través del control que desempeñan los colegios profesionales, tanto válida para los psicólogos que trabajan presencialmente como online. Pero la garantía de los derechos a la privacidad y seguridad de la comunicación entre el psicólogo y el paciente no es equivalente en la modalidad presencial u online. Así, ¿se puede equiparar la atención psicológica presencial con la atención online?
Si en la interacción presencial el paciente puede verificar que está solo con su psicólogo, en la interacción online no se puede tener la misma seguridad. La mediación de las plataformas de videoconferencia debilita la seguridad del secreto de la comunicación; en unas más que en otras. Ya en 2018 el Colegio General de la Psicología en España implementó una Guía para ayudar a la práctica de la telepsicología en óptimas condiciones. Esta Guía práctica de la telepsicología no era sino la traducción de la Joint Task Force para el desarrollo de Telepsychology Guidelines for Psychologists de la American Psychological Association de 2013.
Los humanos nos hemos ido construyendo como tales en el seno de experiencias personales y grupales de relación con los demás. Desde la más tierna infancia. El crecimiento neurofisiológico del niño requiere de la atención presencial de quien hace de madre. A fecha de hoy, esta experiencia de nutrición emocional basada en la relación presencial, que tiene repercusión en el desarrollo corporal y mental del niño, es insustituible.
La relación interpersonal del bebé con la madre, y con el resto de personas que le rodea desde el principio, modula todas sus potencialidades de crecimiento. La relación con el otro cercano, quien sea, abre las conexiones neurales del cerebro y, junto con el necesario cuidado alimentario, el desarrollo físico y mental. Sin una relación personal íntima, cercana, no puede garantizarse el desarrollo humano por la inconmensurable vulnerabilidad del bebé.
La neurociencia y, especialmente, la neurociencia social, ha puesto de manifiesto cómo se organiza la socialización humana a partir de la relación empática. Empatía que es promovida, justamente, por las neuronas espejo. La captación del estado mental del otro es posible sin limitaciones, en la conexión que se da, de persona a persona, de cerebro a cerebro. La posibilidad de leer la mente del otro requiere la realidad del contacto en persona. La denominada simulación corporeizada, que se da en toda relación interpersonal, permite la captación de las intenciones comunicativas, así como las significaciones contextualizadas de los actos de habla. Pero requiere del cuerpo, de la presencia del cuerpo del otro frente a mí.
Toda comunicación supone el intercambio de mensajes entre un emisor y un receptor. Los mensajes pueden filtrarse por la capacidad de lenguaje verbal que tiene el humano. Pero no toda la realidad amplia de la comunicación que se da en una interacción humana pasa, ni debe pasar, por el lenguaje. De hecho, es justamente lo que la neurociencia ya ha puesto de manifiesto desde hace décadas: la posibilidad de comunicación del bebé preverbal.
El lenguaje no verbal, que se da en una comunicación entre dos personas, adquiere la máxima posibilidad cuando se encuentran en la realidad del espacio y el tiempo. La atención psicológica presencial permite escuchar el lenguaje no verbal del paciente, -tanto como el lenguaje verbal. La atención psicológica online no lo permite más que de forma muy tenue, muy difuminada, con un esfuerzo de captación arriesgado. La bidimensionalidad de la pantalla, puesto que no es el entorno natural de interacción, supone un esfuerzo de interpretación de la realidad que puede inducir más al error. El contacto real, en cuerpo y alma presentes, informa al otro de múltiples modos del propósito de la comunicación, consciente e inconsciente.
Ciertamente, la atención online tiene ventajas, pero son de carácter pragmático. Básicamente, la atención online supone un ahorro de tiempo; especialmente para el paciente. Puesto que el psicólogo que trabaja presencialmente se supone que ya está en la consulta. En cambio, el paciente sí debe desplazarse a la consulta del psicólogo. Y algunos lo hacen desde lejos de su domicilio.
Únicamente la atención domiciliaria -presencial- está en las antípodas de la inversión del tiempo, por parte del psicólogo. No es así en el caso del paciente. Por otra parte, únicamente supondría un ahorro de tiempo para el psicólogo que no tuviera consulta por atención presencial y que redujera su praxis a la atención online.
Sin embargo, la mayoría de las demandas de atención online tiene origen en circunstancias de vida que conllevan una distancia física insalvable. O insalvable porque supondría un esfuerzo de tiempo y dinero que resulta, en la práctica, inviable.
Otra situación distinta es cuando la atención online deviene una continuación de una atención presencial previa que se ha tenido que terminar, por los motivos que sean. En esas circunstancias sí es posible el trabajo psicológico elaborativo, desde la perspectiva psicoanalítica, con algunas limitaciones. Pero ¿están al mismo nivel la atención psicológica presencial que la atención online?
La atención psicológica cuando pretende ser psicoanalítica, es decir, cuando pretende utilizar la comprensión psicoanalítica, debe ser realizada en formato presencial, a ser posible. Por lo general, la atención psicoanalítica online no puede sustituir la atención presencial. Esto no quita que, en determinadas circunstancias, y con determinados tipos de pacientes, la atención psicoanalítica online pueda compaginarse con la atención presencial. También, si por razones personales, de terapeuta o paciente, la atención presencial se ha iniciado, pero no puede mantenerse, se puede dar continuidad a esta atención en formato online, con limitaciones.
La organización de un encuadre psicoanalítico online que evite, deliberadamente, la atención presencial no debería ser aceptable, en términos generales. Dando por válido que el tratamiento online puede sustituir, sin diferencia alguna, la atención presencial. Las diferencias están ahí.
Algunos de los nativos digitales, la gente que ya ha nacido inmersa en el uso de las nuevas tecnologías puede preferir la relación digital. Algunos de los inmigrantes digitales, también. Sin embargo, sin menospreciar la utilidad indiscutible de las nuevas tecnologías en muchos ámbitos de la vida de las personas, para la atención psicológica, no debería ser la primera opción.
De la misma forma que no podríamos aceptar que una relación de cuidado de personas, máxime si son más vulnerables, se pudiera realizar de forma equiparable tanto presencialmente como online. La vulnerabilidad humana requiere el cuidado humano en cuerpo y alma. La pantalla, o la robótica, no puede sustituir la atención humana personal.
Las personas que tienen familiares a muchos kilómetros de distancia de su casa saben que la tecnología minimiza los efectos nocivos del contacto no presencial. Pero saben, por experiencia personal, que el contacto en el mundo real es mucho más satisfactorio que el contacto online. Así, ¿pueden ser equiparables la atención psicológica presencial y la atención online?