¿Por qué siento estrés en mi vida?

Los expertos consideran el estrés como un síntoma psicopatológico que puede estar presente en diferentes afectaciones mentales. Algunas modalidades de estrés, el estrés agudo, el estrés postraumático, reacciones desadaptativas y reacciones a estrés severo, están tipificadas como trastornos mentales. Como otros trastornos mentales pueden presentarse de manera insidiosa y progresiva o de forma súbita. La pregunta ¿por qué siento estrés en mi vida? puede denotar que la persona que se la formula no tiene claridad en la percepción de su estrés; lo más que tiene es el sufrimiento que comporta el estrés. El individuo que lo padece no se siente cómodo en su realidad; nota que ha perdido el control de su vida, de alguna manera, al menos en algunos ámbitos.

Puede ser que el estrés esté relacionado con algún acontecimiento, de cualquier tipo, que esté sucediendo en la vida de la persona que lo padece; y máxime si esa relación la hace el propio sujeto, si identifica, de algún modo, el detonante de la reacción estresante. Pero también puede darse que el estrés aparezca de manera difusa, casi sin darse cuenta, sin tener clara conciencia.

¿Qué es el estrés?

El estrés es una reacción que se impone al organismo psicofísico humano. La persona se siente invadida por un cúmulo de reacciones psicosomáticas que convenimos en llamar estrés. Así, el estrés conlleva reacciones que pueden manifestarse tanto en el cuerpo, como en el comportamiento o en el estado anímico. Las más de las veces, en todos esos niveles.

A nivel corporal -por sugerir algunos indicadores- el estrés puede manifestarse como tensión muscular, dolor de cabeza, malestares digestivos, fatigabilidad, cansancio, sudoración, mareos, vértigos; insomnio y problemas de sueño, cambios en la libido sexual, trastornos vocales, problemas de piel, alteraciones menstruales, afectaciones cardíacas de diferente calado. A nivel de comportamiento, puede conllevar consumo excesivo de bebidas alcohólicas o de tabaco, incluso de drogas, excesos de comida o poca ingesta alimentaria; igualmente, en algunas personas, puede cursar con exceso o defecto de ejercicio físico, aislamiento social. A nivel de estado anímico, el estrés puede presentarse como ansiedad, desesperación o desesperanza, tristeza, sensación de desrealización o de despersonalización; embotamiento, desapego, aplanamiento afectivo, amnesia selectiva, falta de motivación, sentimiento de estar abrumado, ira. No hemos pretendido mostrar todas las posibles reacciones, sino solamente algunas.

¿por qué siento estrés en mi vida? Joven aguantándose la cabeza con las manos.
Joven con estrés

Tipos de estrés.

Estrés laboral.

En el ambiente académico se ha investigado bastante sobre el estrés en el ámbito laboral. Se considera que el trabajo puede ser inductor de estrés; quizás la razón la podríamos apreciar en la obligación que supone trabajar, así como en la dedicación del tiempo que se invierte. Existen ámbitos laborales que se consideran especialmente propensos al estrés: el mundo de la docencia y el de la sanidad.

La OMS define estrés laboral como un patrón de reacciones psicológicas, cognitivas y conductuales que se dan cuando los trabajadores se enfrentan a exigencias ocupacionales; que no se corresponden con su nivel de conocimiento, destreza o habilidades.

Los principales estresores laborales se considera que son el ambiente físico, las demandas del propio trabajo, la estructura de la organización, las relaciones interpersonales, la inseguridad laboral, la organización del trabajo, los conflictos de roles y los factores externos al trabajo.

Estrés en la vida cotidiana.

El estrés se ha convertido en un componente normal en la vida cotidiana; el estrés como resultado de un estilo de vida. La respuesta de estrés en cualquier ámbito de la vida hay que entenderlo como una preparación, defensa y activación para enfrentarse a situaciones cotidianas. En este sentido, algunos hablan del estrés como beneficioso, el eu-estrés, que posibilitaría respuestas eficaces, facilitadoras de bienestar. Aunque, mayoritariamente, se entiende el estrés como algo destructivo, el di-estrés, que se acompañaría de sufrimiento, tensiones y escasa eficacia.

¿Se puede medir el estrés?

El estrés laboral ha sido objeto de múltiples trabajos y de diversos intentos de medida. Así, existen diversas escalas de medición del estrés laboral. Entre ellas, sin ánimo de ser exhaustivos: cuestionario de esfuerzo-recompensa (J. Siegrist), escala de síntomas de estrés (Seppo-Aro), escala de estrés percibido (PSS, de Cohen, Kamarck y Mermelstein); cuestionario IEPS (Wolfgang) específico para sanitarios, Occupational Stress inventory (OSI-R), JSS (encuesta de estrés laboral de Spielberger y Vagg), escala ED-6, para el ámbito docente. Etcétera.

A este tipo de cuestionarios se podrían añadir, para complementarlos, los cuestionarios de bienestar psicológico, algunos de ellos podrían ser: cuestionario de Satisfacción con la vida (Diener, Emmons, Larsen y Griffin), cuestionario de Bienestar Psicológico (Ryff), escala de Bienestar Psicológico para Adultos (BIEPS-A); cuestionario de Bienestar Social (Keyes), Oxford Happiness Questionnaire (OHI), Spiritual Well-Being Inventory (SWBI). Entre los cuestionarios generales de salud destacaría el de salud autopercibida (de Goldberg), que es muy utilizado en el ámbito médico.

Neurofisiología de la respuesta de estrés.

Desde una perspectiva estrictamente orgánica hemos de tener en cuenta que la producción del estrés implica fisiológicamente tres sistemas: endocrino, nervioso e inmunológico. A nivel cerebral, las estructuras implicadas en la respuesta estresantes son: la corteza prefrontal, la amígdala y el hipocampo. En el área fisiológica los efectos del estrés pueden encontrar datos en dos vías neurofisiológicas principales; una, sería el eje hipotálamo- hipófisis-adrenal (H-H-A) y la otra, el eje hipotálamo- hipófisis- tiroideo. Una vez que la reacción de estrés se ha iniciado se produce la respuesta en cascada que no se puede detener hasta que se agota.

En el caso del estrés crónico y el estrés agudo el efecto inicial es mediado por la rama simpática del sistema nervioso autónomo. La respuesta neurológica activa el hipotálamo que actúa en el sistema nervioso autónomo para producir una respuesta inmediata, estimulando la hipófisis que segrega ACTH (adrenocorticotrofina); que, a su vez, activa las glándulas suprarrenales.

En consecuencia, la respuesta estresante puede comprometer la salud de los individuos que la presentan. De manera especial, esto será verdad para los casos en que el estrés se presenta como crónico. La lista de afectaciones sobre la salud que promueve el estrés crónico es interminable y abarca prácticamente todos los sistemas orgánicos: digestivo, inmunológico, locomotor, nervioso, endocrino, respiratorio, circulatorio, linfático, excretor, reproductivo, tegumentario. En cualquiera de ellos se pueden apreciar disfunciones atribuibles al estrés crónico; en menor medida, también al estrés agudo.

¿Cómo enfrentar el estrés?

El enfrentamiento del estrés va a poner en marcha dos estrategias de afrontamiento, una positiva, la otra, negativa. Esto es así, porque el estrés, como cualquier estímulo negativo, puede generar respuestas de enfrentamiento como respuestas de evitación. La estrategia positiva supondrá la búsqueda de una solución activa, por ejemplo, comunicar el problema a otros (entre ellos un especialista en salud mental), búsqueda de información y guía, actitud positiva de querer cambia. Por el contrario, la estrategia negativa, desplegará un conjunto de actitudes como la indiferencia, la conducta agresiva, el reservarse el problema para sí mismo con aislamiento social, la evitación cognitiva y la evitación conductual.

Del lado de la estrategia positiva se ha ido haciendo cada vez más un espacio propio las actitudes basadas en el mindfulness. Este tipo de estrategias están pensadas, quizás, más para el estrés de la vida cotidiana. La pretensión última del mindfulness es conseguir el incremento de la conciencia en el aquí y el ahora; en el momento presente, de manera que la mente personal esté conectada más con la “realidad” que con los propios pensamientos inductores de estrés. El mindfulness basa su apuesta en considerar que la actividad mental, en su continuo despliegue de pensamientos, percepciones, sentimientos, emociones y sensaciones, por parte de quien la sostiene, distrae de la simple contemplación de lo que está ocurriendo en la realidad, de manera serena, desapegada.

Enfrentar el estrés que siento en mi vida; mujer sosteniendo un libro en las manos.
Alegría de vivir

¿Vale la pena consultar al psicólogo por sentir estrés?

La consulta al psicólogo siempre tiene mayor sentido cuando la persona está dispuesta a indagar sobre la fuente de su malestar. ¿Por qué siento estrés en mi vida? es una buena motivación para ir a consulta psicológica. Como decíamos más arriba, cuando la persona identifica algún factor desencadenante de su estrés está más cerca de llegar a la fuente originaria del mismo. Aunque el factor desencadenante no signifique que sea la causa última del mismo.

En la consulta psicológica suele suceder que la comprensión que tiene el paciente de lo que le pasa, su teoría explicativa; no es la verdadera causa de lo que le pasa, aunque esté en relación con ella. En el suceder de la entrevista psicológica, conforme el paciente va exponiendo su problemática y las condiciones de su sufrimiento, suele emerger la posibilidad de descifrar el sentido de su sufrimiento. La verdad de lo que le pasa al paciente, sale al encuentro del diálogo que se establece entre el psicólogo y su paciente.

El paciente a veces enfoca su malestar en el ámbito familiar, por ejemplo. Pero el diálogo psicológico puede conectar ese malestar de ese ámbito con otro malestar que está en otro, por ejemplo, en el laboral o académico. O en el ámbito de las relaciones sociales. O en el ámbito más personal, en el descontento, por ejemplo, que el paciente puede sentir con su vida entera.

La consulta psicológica lleva, de manera natural, a una cierta autoobservación de los propios pensamientos que, en el estrés, son inductores de su mantenimiento. El establecimiento de una cierta distancia entre la aparición -y mantenimiento- de los pensamientos estresantes puede ser el primer paso para su puesta en cuestionamiento; y, por tanto, para su erradicación. El proceso de la consulta psicológica da ánimos al paciente para promover un cambio que en solitario le puede ser más costoso.

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