¿Me separo o no?

Esta es una pregunta, ¿me separo o no?, que se hacen muchas personas que están en una relación de pareja.

Las relaciones sentimentales se organizan en el intercambio de las personalidades de dos personas que se sienten vinculadas el uno con el otro. La separación presupone el vínculo amoroso. Primero, ha de darse el vínculo para que pueda representarse la opción de la separación de la vinculación. Otra cosa, es que la separación se pueda materializar, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿por qué?, ¿para qué?

Las posibilidades de la aparición de la idea de la separación en la mente de quien la concibe son muchas. Según la relación sentimental que se sostenga la casuística que se genere tendrá unas u otras manifestaciones, procesos de deliberación y de decisión. La edad de los participantes de la unión, el género, el tiempo de la relación sentimental, los compromisos, así como las vicisitudes de su historia. Todo ello va a condicionar el proceso de decisión.

La idea de separarse

La idea de la separación de la pareja, como posibilidad, viene a la mente sólo secundariamente a la sensación de frustración que se experimente; la decepción del otro, el cansancio o la rutina, la distancia emocional, la falta de complicidad o de intimidad, las dificultades de complementariedad sexual, etc.

La separación de la pareja es motivo de sufrimiento, habitualmente. No suele ser una decisión, la de separarse, fácil de tomar. Y la razón suele estar, precisamente, en la experiencia de vínculo. El vínculo con el otro promueve un lazo que une a ambos. Y lo que está unido no es fácil de separar más que aplicando una fuerza; la fuerza de la decisión, que compromete tanto aspectos emocionales, los que más, como racionales.

Pareja en un banco
Pareja en un banco

¿Cuando me separo?

En las relaciones de años, si se consigue encontrar esa fuerza dentro de uno mismo, la persona se separa; pagando el precio del dolor por el fracaso que, en algunos casos, es preferible al precio del dolor de mantener la relación. En el mejor de los casos, la persona se separa y arriba a una situación vital de mayor bienestar que el que tenía. Para otras personas la decisión resulta insoportable por razones emocionales, sociales, económicas u otras; y se mantiene la relación infiltrada por los pensamientos reiterados de separación; ¿me separo o no?. Cuando aparecen, una y otra vez, se sigue determinando la persona por la misma determinación, la de no dejar la relación. Este esquema de relación se produce tanto en relaciones de mucho tiempo, como en las relaciones de menor tiempo y menores compromisos.

La idea de la separación en uno de los miembros de la pareja puede denotar que la relación de pareja no es óptima. Las dudas respecto de la decisión de separarse a veces se resuelven desde afuera, es decir, por parte de la pareja. Lo que uno no es capaz de decidir, lo decide el otro. Algunas personas esperan, conscientemente o no, a que sea el otro el que decida por uno.

La separación sentimental es motivo frecuente de consulta psicológica, tanto durante el proceso de toma de decisión, como en el proceso de adaptación a la nueva situación posterior.

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